El hombre-león de Stadel
Este capítulo profundiza en la entrada y dispersión del sapiens en Europa y parte de una estatuilla: la del hombre-león de Stadel, una de las tallas más fascinantes que se hayan encontrado, y también una de las más antiguas. Hace 40 mil años alguien fue capaz de imaginar y tallar un ser mitológico e invertir más de 400 horas en ello. La estattuilla es de marfil de mamut y se encuentra tan pulida que se cree que pasó miles de veces de mano en mano en alguna forma de ritual.
El hallazgo
Su hallazgo fue en sí mismo digno de una novela. Ocurrió el 25 de agosto de 1939, a seis días de que la Segunda Guerra Mundial estallara. El arqueólogo y geólogo Otto Völzing y su amigo, el paleontólogo alemán Robert Wetzel, habían sido llamados a filas y debían interrumpir aquel mismo día su excavación en la cueva de Stadel, en la Jura de Suabia, una cadena montañosa baja en el sur de Alemania. Hasta aquel día Völzing había encontrado un hueso neandertal, los escombros óseos de 38 individuos bajo una capa de ceniza y lo más interesante, un entierro ritual de tres cráneos, de hace unos 8,000 años, pertenecientes a un hombre, una mujer y un niño que fueron enterrados allí en tierra roja y dispuestos con la mirada hacia el suroeste. Aquel día, el último de sus excavaciones, hallaron 200 fragmentos de marfil, que fueron desenterrados con la prisa necesaria y preservados en el Museo de Ulm. Al terminar la guerra, las excavaciones no continuaron. No fue hasta 1960 cuando ambos, Völzing y Wetzel, las retomaron. Sin embargo, Wetzel murió poco después y ya nada se hizo con aquellos restos. Durante un inventario en 1969, Joachim Hahn, un arqueólogo alemán, reconoció la conexión entre los fragmentos de marfil y comenzó una primera reconstrucción de la estatuilla. Las excavaciones posteriores desenterraron más fragmentos y el hombre león fue reensamblado en 1982 por Elisabeth Schmid y acabado en 1988 por Ute Wolf. Ni Völzing ni Wetzel vieron nunca al hombre león que había descubierto.
Stadel es una cueva amplia, de 5 metros de altura, 10 de ancho y 30 o 40 metros de profundidad. Al fondo hay otra cueva, más pequeña, donde aparecieron los restos de la estatuilla.
Era un sitio especial en el que se hacían actividades altamente simbólicas relacionadas con el hombre-león.
Joachim Kind, Universidad de Tubigen.
La conciencia
Se sabe que en aquel entonces y en aquella zona los sapiens hacían música, pues se han encontrado varias flautas, y bailaban, pues hay representaciones de ello, y gracias al hombre-león se sabe también que había algún tipo de ritual que perduró durante generaciones. Se han identificado restos orgánicos en la boca del león, probablemente de sangre, y ha quedado demostrado que la estatuilla pasó de mano en mano muchos años, quizá milenios. ¿Podría ser el primero de los dioses no basados en la naturaleza? En La primera persona se propone una interesante teoría al respecto.
El relato se llama así porque debió darse un cambio en la conciencia de aquellos hombres y mujeres que hasta entonces solo conocían una forma de pensamiento: la colectiva. Los sapiens primitivos no pensaban como individuos, sino como grupo. Esto es algo que hoy nos resulta muy difícil de comprender, pero no había conciencia individual. Lo que el relato plantea es que el surgimiento de un dios estuvo vinculado a una persona elevada a la categoría divina, y que en esa persona comenzó la conciencia individual. No en vano, el protagonista se llama Ío. Cuando fue expulsado de su comunidad comenzó a surgir en él esa nueva conciencia, que se vio potenciada cuando comprobó su capacidad de dominación. El resto es historia.
Sin embargo, en la historia de la entrada y dispersión del sapiens en Europa no todo debió ser dominación. Ío es un mestizo, un individuo con características genéticas neandertales y sapiens. De su historia puede diferirse que los sapiens echaron a los neandertales de sus tierras o incluso que los exterminaron, pero la realidad pudo ser muy distinta. Es más, puede que los neandertales nunca se extinguieran, sino que se fundieron con los sapiens. Su herencia genética se diluyó generación tras generación, milenio tras milenio, pero no desapareció, pues aún hoy está presente en todos los individuos del mundo, excepto en los africanos. Cabe mencionar aquí que la última técnica de investigación genética, denominada “identidad por descendencia”, que se basa en la estadística comparativa de segmentos de ADN idénticos que por tanto comparten ancestro común, arroja nueva luz sobre el proceso de hibridación y contradice la idea tradicional de que no hay presencia genética neandertal en las poblaciones africanas actuales. De estos estudios se desprende que la hibridación pudo comenzar mucho antes de la salida de áfrica, con poblaciones arcaicas que regresaron a África desde Eurasia. También es importante comrpender que la descendecnia de un varón nenadertal con una hembra sapiens era inviable debido a una incompatibilidad genética. Únicamente los hombres sapiens podían dejar descendecia con mujeres nenadertales.
Lo que podemos afirmar sin temor a equivocarnos es que el mestizaje entre ambas especies era muy habitual. El caso de Ío no fue una excepción, ni mucho menos. Estudios recientes demuestran que en los sapiens más antiguos de Europa, los hallados en la cueva de Bacho Kiro, Bulgaria de 45.000 años, la presencia genética neandertal se remontaba hasta 7 generaciones. Ahora bien, un diente de un sapiens anatómicamente moderno hallado este mismo año en la cueva Mandrin, en el río Ródano, Francia, retrasa la presencia del Homo sapiens en Europa en casi 10.000 años, siendo la nueva fecha 54.000 años, cuando se suponía que el continente era territorio exclusivo del Homo neandertalis. Al diente lo acompañaban puntas de flecha elaboradas con una técnica que los neandertales desconocían. Tras el estudio de las distintas capas de la cueva, una conclusión tan sorprende como la anterior se publicó en la revista Science: los sapiens y los neandertales se alternaron en la ocupación de la cueva Mandrin durante 10.000 años, en ocasiones incluso durante le mismo año. Es decir, es una nueva prueba de que ambas especies convivieron y compartieron espacio.
La aparición de los humanos modernos y la desaparición de los neandertales es mucho más compleja de lo que se pensaba.
Profesor Chris Stringer, especialista en evolución humana del Museo de Historia Natural de Londres.
Por si todo esto fuera poco, los descubrimientos en la cueva Mandrin nos llevan a otra teoría sobre la expansión del sapiens en Europa muy reveladora, y es que el río Ródano pudo servir como corredor migratorio y llevar al Homo sapiens tanto a las zonas mediterráneas como al interior del continente. Esta misma teoría, la de los ríos como corredores que facilitaron la expansión de sapiens, es también la más aceptada para el caso del continente americano, donde dicha expansión se dio en un tiempo record.
Así pues, la entrada y dispersión del sapiens en Europa se dio hace 54.000 años. Convivió en armonía e incluso se mezcló con el neandertal durante decenas de miles de años, hasta que hace 30 mil años la población neandertal comenzó a reducirse significativamente, perdió su nicho y acabó sus días en el último rincón, lo más al sur que pudo, concretamente en Melilla. Por qué ocurrió y cuál fue el rol del sapiens en ello es aún un misterio por resolver.
Si quieres ampliar información te recomiendo los siguientes enlaces:
https://www.bbc.com/mundo/noticias-42073181
https://www.rtve.es/noticias/20210407/mestizaje-neandertales-era-norma-no-excepcion/2084984.shtml