Los sapiens y la explosión del Toba
Siete años sin sol comienza con una breve introducción de los efectos que en 1816 produjo la explosión más potente de un volcán que la historia moderna haya registrado. Después lo compara con otra explosión 100 veces más potente: la del volcán Toba, en Indonesia, hace 74,000 años. Tras esta introducción, la historia de Adún y su familia arranca en el día en que los efectos de la explosión del Toba llegaron al cuerno de África.
Aquella erupción conformó la más potente de los últimos dos millones de años: expulsó 2,800 km3 de lava; formó una capa de 30,000 km2 de suelo volcánico; la ceniza cubrió el Océano Índico, el mar arábigo y los mares del Sur de China; depositó una capa de ceniza de 15 cm. de grosor en las tierras de todo el sur de Asia; pudo emitir hasta 6 billones de toneladas de dióxido de azufre y otros compuestos, que permanecieron en la estratosfera durante un par de siglos, provocando un enfriamiento global que duró 1,000 años. Un lago de 100 km de largo por 30 de ancho ocupa hoy la caldera volcánica que dejó semejante explosión.
Se da una importante controversia entre científicos a la hora de afirmar que dicha explosión provocara un enfriamiento global de 1,000 años, y más aún cuando se pretende relacionarlo con el cuello de botella poblacional que tuvo lugar en los 3,000 años siguientes. Es un tema ampliamente debatido, aunque insuficientemente estudiado. Se han documento los efectos en el subcontinente indio, donde se dio al menos un enfriamiento de un par décadas que afectó notoriamente a la vegetación, pero sin evidencias de que lo hiciera también en la demografía, y existe un estudio en el lago Malawai que concluye que a pesar de que la ceniza llegó hasta la zona, no hay cambios en la composición de los sedimentos ni en los registros fósiles que permitan afirmar que supuso un enfriamiento al sur de África. Sin embargo, en China, la India y el Este de África, las zonas más afectadas por la erupción, pudo suceder, aunque no hay estudios que permitan sacar conclusiones definitivas.
De qué manera afectó la erupción del Toba a la dispersión y evolución de los humanos es uno de los temas cruciales en el debate. En este sentido, se da un consenso bastante amplio ante el hecho de que la dispersión definitiva del H. sapiens en Eurasia se dio hace unos 72,000 años, por tanto, después de la erupción del Toba. La clave de la discusión se encuentra en la India, donde según los registros arqueológicos es posible que la llegada de los humanos anatómicamente modernos fuera anterior a la erupción del Toba, pero que los efectos de esta supusieran un verdadero cuello de botella para aquellas primeras poblaciones, donde se dan grandes variaciones regionales y locales que hacen que el modelo de cambio climático y los cambios demográficos sean mucho variados y complejos de lo que inicialmente se postuló. Siempre es peligroso extrapolar y generalizar. Además, en Eurasia ya habitaban otras especies de homínidos arcaicos, cuya extinción se dio en más o menos en paralelo con la expansión del sapiens, pero que continúa aún hoy siendo un misterio sin resolver.
El viaje definitivo de los sapiens
A pesar de las contradicciones, Siete años sin sol se asienta sobre las bases de ese consenso según el cual la salida definitiva del continente africano por parte del H. sapiens se dio después de la erupción del Toba. A falta de datos y hallazgos suficientes, en el relato se asume también la teoría del cuello de botella en el África del Este, lo que es consistente con su posible salida a través del estrecho de Bab al Mandeb.
Los protagonistas de Siete años sin sol parten desde el valle del Awash, que está catalogado como Patrimonio de la Humanidad, pues en él se han hallado algunos de los restos de homínidos más antiguos. Es el caso de la famosa Lucy, una hembra de Australopitechus afarensis de 3,2 millones de años de antigüedad. Pero en 1992, en el mismo valle, se encontraron restos de un esqueleto un millón de años anterior a Lucy, al que apodaron Ardi, perteneciente a la especie Ardipithecus ramidus, de 4,4 millones de años. Lucy caminaba erguida, aunque conservaba la habilidad de trepar a los árboles. Ardi tenía un sistema de locomoción híbrido, entre bípedo y cuadrúpedo, además de una serie de características anatómicas muy peculiares que le valieron el sobrenombre del eslabón perdido. Cabe mencionar que, aunque sea muy mediático, tal concepto no existe para los científicos. Después de los hallazgos de Lucy y Ardi se encontraron muchos más individuos de ambas especies; es decir, no estaban solos. Con el paso de las décadas se han descubierto numerosas nuevas especies que viene a agrandar y complejizar el árbol (quizá tan intrincado como un arbusto) genealógico del ser humano. La especie más antigua hallada hasta la fecha es el Sahelanthropus tchadensis, de quien solo contamos con un cráneo de 6 millones de años hallado en Chad.
Además de plausible, resulta simbólico que Adún y los suyos partan desde este enclave, cuna de la humanidad, para dar paso a la expansión total y definitiva del sapiens. En su viaje seguirán el curso del río Awash, bordearán sus lagos y atravesarán sus humedales hasta desembocar en el Golfo de Tadjura, en la actual Djibouti.
Será allí donde se encuentren con el ermitaño que les proporcionará la idea que más adelante les permitirá cruzar el estrecho de Bab al Mandeb. Lo harán empujados por unas condiciones ambientales cada vez más hostiles. Hoy, el estrecho de Bab al Mandeb mide 20 kilómetros de ancho, pero hasta hace unos 50,000 años el nivel del mar estaba mucho más bajo. Si, tal como se propone en Siete años sin sol, la salida de este grupo se dio justo en el momento en el que, por los efectos de la explosión del volcán Toba, hubo un enfriamiento global, cabe concluir que el nivel del mar en aquellos años era incluso menor de lo que se supone, haciendo viable su cruce
El sapiens sale de África
Pero la salida de África no se dio en un único momento en la historia, ni tan siquiera en dos o en tres, sino que fue, con toda seguridad, un proceso continuo. A pesar de ello, se puede hablar de dos grandes momentos en la salida de África: una primera hace unos 120,000 años a través de lo que hoy es Palestina e Israel, cuando los sapiens y los neandertales se toparon por primera vez, y una segunda hace unos 70,000 años, que, si bien también pudo darse a través de la primera ruta, fue el momento en el que el estrecho de Mandeb jugó un papel crucial.
Es muy posible que el estrecho de Bab al Mandeb haya sido el primer punto masivo de movimiento migratorio del ser humano
Desde la península arábiga, en solo unas pocas decenas de miles de años, el ser humano fue capaz de alcanzar todos los rincones del planeta. Hace unos 50,000 años (en arqueología y antropología las fechas están siempre sujetas a constantes variaciones en función de los nuevos hallazgos y estudios) el sapiens entró en Europa y en apenas 10,000 años se extendió por toda ella y desplazó al neandertal. Hace 35,000 años ya había conquistado toda la costa del este asiático y buena parte del interior de continente. Sin embargo, mucho antes ya había puesto el pie en Oceanía, saltando de isla en isla desde Filipinas a Malasia hasta Australia. El continente americano fue el último en ser colonizado. La teoría más extendida es que el Homo sapiens se asentó en este continente hace no más de 14,000 años. Si embargo, los hallazgos más recientes retrasan considerablemente la presencia del ser humano en el continente, gracias no a restos humanos sino a herramientas que solo pudieron ser fabricadas por nuestra especie. Además, la expansión a lo largo y ancho del continente americano fue extremadamente rápida: en poco más de 1,000 años desde su entrada por el norte, su presencia se daba de un extremo a otro.
Los estudios genéticos apuntan sin lugar a dudas a una definitiva salida exitosa de África entre hace 80 y 60 mil años, llevada acabo por un único linaje genético, el llamado L3, que rápidamente derivó en los linajes M,N y R, los cuales se encuentran muy bien representados en las actuales poblaciones asiáticas y se diversificaron posteriormente en el sudeste asiático hace 50 mil años, y puede que incluso antes.
Llevado a nuestra historia, Adún y su familia, pero también el resto de los clanes del valle del Awash, pertenecían al linaje L3 que salió de África por la boca del Mar Rojo y que se convirtió en el linaje M en las costas del Golfo de Adén. Adún y los suyos fueron los primeros, los más intrépidos, los que abrieron camino. A aquel reducido grupo le siguieron algunos más. La voz de su hazaña se corrió y otros salieron de la misma forma. Pero no muchos. Los estudios genéticos demuestran que apenas un centenar lo logró. ¿Sería hoy la humanidad la misma sin la gallardía e inteligencia de Adún?
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https://www.sapiens.org/biology/early-human-migration/
https://education.nationalgeographic.org/resource/global-human-journey
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