Los restos más antiguos fuera de África

La historia de Az es la historia de la primera salida de África del Homo Sapiens y gira en torno a los hallazgos arqueológicos de las cuevas de Qafzeh, Tabún y Skull, considerados algunos de los restos más antiguos de Homo sapiens fuera de África. El relato se desarrolla hace 90,000 años; sin embargo, los restos más antiguos de sapiens moderno fuera de África se remontan 185.000 años y se encontraron en la misma región, en las laderas del Monte Carmelo, concretamente en la cueva de Misliya, península del Sinaí. Para La tierra prometida se eligió esa datación, la de los 90,000 años, porque es el período en el que aparecen evidencias de que nuestra especie y la neandertal coincidieron. La ocupación neandertal de esta zona es anterior a la sapiens, se prolonga mucho más en el tiempo y parece alternarse con la presencia sapiens. Ahora bien, si ambas especies convivieron, ¿podrían algunos de los restos de estas cuevas ser el resultado de un hibridaje? Los científicos no se han puesto de acuerdo: unos afirmaban que se trata de restos de neandertales, otros que son sapiens arcaicos y hay quienes postulan que puede ser una especie intermedia. Finalmente, tras largas investigaciones con las más modernas técnicas, se ha teorizado, con mucha aceptación, que algunos de estos restos son el resultado de una hibridación de especies.

La hibridación

La historia de Az propone cómo pudo darse esta hibridación. A falta de realidades, la imaginación debe socorrer a la curiosidad. ¿Por qué esta hibridación resulta tan interesante? Porque es posible que todos los no africanos que hoy vivimos en el mundo provengamos de aquel linaje que surgió en las inmediaciones de la península del Sinaí, pues todos, sin excepción, poseemos un determinado porcentaje de genética neandertal. Dicho porcentaje ha ido disminuyendo a lo largo de los milenios, pasando del 50% inicial hasta un máximo del 4% en la actualidad. Ahora bien, dicho hibridaje pudo darse en más ocasiones y en distintos contextos. Veremos más adelante, en la segunda salida de África, cómo 20,000 después de la hibridación en Oriente Medio, un reducido grupo de sapiens cruzó los límites del continente que los vio nacer. Si fueron los descendientes de este grupo los que se expandieron por toda la línea de la costa asiática o lo hicieron los descendientes de la primera salida, es algo que de momento desconocemos. En todo caso, la hibridación con el Homo neandertalis debió ser un proceso continuo a lo largo de nuestra historia conjunta, y ello a pesar de que se han demostrado serias incompatibilidades genéticas que de seguro desembocaron en multitud de descendencias no viables. Cabe el inciso de que los neandertales no estaban tan lejos de nosotros, ni genética, ni culturalmente. La idea que tenemos de unos seres brutos, cavernícolas, poco más que simios con aspecto humano, está muy lejos de ser cierta. Los neandertales fabricaban herramientas y abalorios, se comunicaban, sentían emociones tan complejas como las nuestras, cuidaban de sus enfermos y sus mayores, poseían capacidad de pensamiento abstracto, que manifestaban a través de pinturas, esculturas y representaciones simbólicas.  Eran distintos, desde luego, pero tan humanos como nosotros. En La tierra prometida, Az vivirá estas diferencias y similitudes en sus propias carnes.

Tabún

Por los azares de su vida, Az se instalará en Tabún. Tabún es una cueva en la ladera accidental del Monte Carmelo, en Israel, que ha sido ampliamente excava desde los años 30 y que posee el más amplio historial de ocupación del mundo. La presencia humana en esta cueva puede remontarse 500,000 años. Tras más de 90 años de excavaciones e investigaciones, la secuencia cronoestratigráfica de Tabún constituye, según la Unesco, el mayor archivo de la vida de los seres humano en el sudoeste asiático.  

Fig.1.: Cueva de Tabún. Wikipedia.
Fig.1.: Cueva de Tabún. Wikipedia.

La cueva posee 15 metros de sedimentos que se dividen en distintas capas arqueológicas, desde la A en la parte más alta a la G en el lecho rocoso. El estudio de estas capas es el que nos revela los secretos de la cueva: frecuencia y etapas de ocupación, hábitos de caza, uso de herramientas, alternancia de sapiens y neandertales, las distintas etapas climáticas, etc. Las capas más bajas son ricas en arena de mar, lo que indica climas más cálidos y una línea de costa más alta. En estas capas la vegetación, y por tanto la fauna reinante, era la típica de los ecosistemas de sabana, mientras que en las capas más altas hay una presencia mayoritaria de arcillas y limos, lo que significa que un clima más frío y húmedo dominaba la región. En consecuencia, en esta etapa el ecosistema era el propicio para bosques muy densos y amplios pantanos. Los hábitos de caza, la dieta, la fabricación de herramientas y hasta las dinámicas sociales debían adaptarse a estos cambios climáticos dejando, para la posteridad, un amplio registro de pistas que nos permiten hoy, cientos de miles de años más tardes, conocer la vida de los habitantes de la cueva.

Los hallazgos más importantes de Tabún son las cerca de 2,000 hojas de doble filo que servían como cuchillos o hachas, que nos proporcionan una información muy útil sobre sus técnicas de elaboración; un percutor de 350,000 años que servía precisamente para elaborar estas hojas, diversas piezas dentales que nos facilitan no solo establecer la taxonomía de los humanos que allí habitaron, sino también delinear sus costumbres alimentarias, sus enfermedades habituales, sus edades; multitud de restos de animales, que van desde rinocerontes a ungulados, y que nos permiten saber que Tabún servía como trampa natural desde la que se precipitaban estos animales; también mandíbulas y otros restos óseos humanos, así como un esqueleto de mujer casi completo. En “La tierra prometida” se sugiere a quién podría pertenecer este esqueleto…

Pero Tabún no es única en la región. Para comprender lo que sucedía en esta zona, y en patricular cómo pudo darse esta primera salida de África del Homo sapiens, es preciso prestar atención a los restos hallados en las cuevas colindantes, como Kebara y Misliya, y en especial en Qafzeh y Skhul, consideradas el primer cementerio de la humanidad. En Skhul, la más cercana a Tabún, se hallaron los restos de 10 individuos, 3 de ellos infantes, que aparecen como enterramientos funerarios.

Fig.2.: Entrada cueva Skhul. Wikipedia.
Fig.2.: Entrada cueva Skhul. Wikipedia.
Fig.3.: Entrada cueva Qafzeh. Archivos Qafzeh.
Fig.3.: Entrada cueva Qafzeh. Archivos Qafzeh.

Las prácticas funerarias

Las prácticas fúnebres en los enterramientos nos son comunes hasta hace 30,000 años; sin embargo, en estas cuevas existen evidencias que se remontan 120,000 años. En África, el enterramiento ritual más antiguo que se conoce es de Mtoto (niño, en Kiswahili), en Kenya, que data de hace 78,000 años y pertenece al género sapiens. Se trata de un niño de 3 años cuya tumba fue excavada cuidadosamente y su cabeza apoyada sobre una almohada. Fue colocado en posición fetal y envuelto en algún tipo de sudario. Y es eso lo que en esencia se considera un enterramiento: la excavación, la colocación del cuerpo y su cubrimiento. Las ofrendas y los ajuares, tan llamativos e inequívocos, son en realidad secundarios. Pero las prácticas funerarias no debe confundirse, aunque seguramente fuera una acción precursora, con la simple ocultación del cadáver, como se da, por ejemplo, en la Sima de los Huesos de Atapuerca. Quitar de en medio al difunto podía llevar a la acumulación de cuerpos en un mismo punto, aunque no se considera una práctica funeraria. No obstante, puede que las emociones de los homínidos más arcaicos frente a un cuerpo inerte acabaran desembocando en las prácticas consensuadas y perpetuadas que configuran un enterramiento ritual. Para entender mejor este proceso, cabe hacerse eco de una inconmensurable cita de Gordon Childe:

“No debemos imaginarnos a los primeros homínidos elaborando una escatología y luego actuando con ella. Las emociones profundas surgieron de las crisis recurrentes de la vida y la muerte no encontró su expresión en juicios abstractos sino en actos apasionados. Los actos fueran las ideas, no las expresiones de ellas”.

En un momento de su viaje, Az entierra a su hijo, no como un rito heredado de su clan sino como un acto apasionado. Y quizá ese acto apasionado, ese conmovedor gesto, fue presenciado por otros, quienes, a su vez conmovidos, lo replicaron, lo adaptaron y lo convirtieron en costumbre. Quizá, por qué no, fue así como los humanos se hicieron aún más humanos.

Nuestros parientes cercanos, los neandertales, tan humanos como nosotros, también desarrollaron prácticas funerarias, aunque nada habituales y sin un criterio definido sobre a quien se enterraba y a quien no; es decir, también como resultado de las emociones de los individuos que presenciaron el fallecimiento. De hecho, el enterramiento ritual más antiguo conocido es el de una mujer neandertal en la cueva de Tabún. Pero tanto en los escasos enterramientos neandertales como en los más arcaicos de los sapiens, es muy difícil determinar por qué se enterraba a unos y a otros no. Sin embargo, tanto en neandertales como en sapiens resulta recurrente hallar enterramientos de niños con deformidades o enfermedades muy graves cuya supervivencia no hubiera sido posible sin unos cuidados especializados, sin un trato de auxilio y amor encomiable. ¿Se daba a estos casos también una atención especial tras su muerte? ¿Por amor? ¿Por superstición?  Aunque no tenemos respuesta, la pregunta merece ser formulada.

Fig.4.: Representación artística del enterramiento de Mtoto. Fernando Fueyo.
Fig.4.: Representación artística del enterramiento de Mtoto. Fernando Fueyo.

Fuera de África hay enterramientos humanos más antiguos que el de Mtoto: los de Qafzeh y Skhul. En el caso de Skhul, aparecieron conchas que no pertenecían a la fauna local y a las que se debía atribuir un valor especial. Además, uno de los niños de Skhul fue desenterrado con una mandíbula de jabalí sobre su pecho. Por su parte, de los 15 cuerpos humanos hallados en Qafzeh, cuya estratigrafía data en 95,000 años, al menos 6 presentan claros signos de prácticas mortuorias: dos de ellos fueron enterrados juntos; mientras que una adolescente de unos 13 años fue enterrada con las piernas hacia un lado y las manos a ambos lados del cuello sujetando una cornamenta de un ciervo rojo gigante sobre su pecho.

Fig.5.: Foto y dibujo del enterramiento en Qafzeh con cornamenta de ciervo
Fig.5.: Foto y dibujo del enterramiento en Qafzeh con cornamenta de ciervo

Con relación a la pregunta que formulábamos más arriba, cabe mencionar que varios de los restos humanos de estas cuevas presentaban deformidades y enfermedades graves que hacen pensar en una posible endogamia prolongada y que, sin duda, en vida fueron tratados con especial atención. Pero ¿por qué son tan importantes los enterramientos? Porque absolutamente todas las culturas conocidas han practicado y practican ritos funerarios. Pareciera que despedirnos de los nuestros fuera la costumbre más humana de todas, quizá la primera práctica cultural que nos distinguió de otros homínidos. ¿Cuál era entonces su significado simbólico? Tampoco para esta pregunta tenemos respuesta, pero sabemos que la construcción de las prácticas funerarias coincide con la evolución cultural del ser humano: con el paso de los milenios comenzamos a incluir ajuares, tallas de madera, de piedra, de hueso, ornamentos, tintes, sudarios, el fuego e incluso comenzamos a utilizar las reliquias como una forma de llevar con nosotros a nuestros muertos para recordarlos. Poco a poco estas prácticas se fueron extendiendo por todo el mundo y adquiriendo características regionales, aunque no fue hasta el neolítico cuando, también en oriente próximo, se comenzó a delimitar áreas específicas y exclusivas para el enterramiento, en lo que fueron las primeras necrópolis y cementerios.

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